El almeriense y sus tribulaciones. Brevario pa no perderse en el habla culta.
El habla almeriense no es mejor ni peor que cualquier otra lengua viva de este país de benditos locos. No es andaluz ni murciano ni Klingon. Es almeriense. ¿Qué significa ser almeriense..? Ni idea. Vayamos a ello. Fuera tópicos. Empecemos. Una religiosidad pagana de Semana Santa donde los del capirucho atraen a los turistas y les echan foticos. Hemos vendido una naturaleza real a precio de saldo a guiris de bocadillo y cerveza, unas tapas que cada vez son más caras y de diseño, un desierto lleno de bolsas de plástico y latas de refrescos, una ciudad sucia y abonada de atentados urbanísticos (Véase la remodelación actual de la Plaza Pablo Cazard y aledaños) que quizá cada día sea algo más limpia, un sueño que ha entrado en la modernidad. Centrémonos en la presente reflexión que me suelo hacer pesado cuando me emociono. No seré escéptico ni voy a pensar que las peculiaridades lingüísticas de cada zona geográfica determinada por un proceso peculiar de civilización, llámese historia, tradición y costumbres sean errores semánticos o sintácticos. La sintaxis, os recuerdo, se basa en el estudio de las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas de... ¿relaciones de qué..? ¡Pa ná..! Diría un animalico del terruño almeriense. Luego se enfadaría y diría: Paseo parriba, paseo pabajo, haiga muncho, ven pa cá tontico y pa fuera con el artículo. Que no soy Fernando Lázaro Carreter ni la morfología lingüística, eso del morfema léxico y gramatical me se ha parecío por gracia del Espíritu Santo. Amén. Que mi tierra es santa porque hace calorcico que es bueno pa los agüelos y también porque se come mu bien; gachas, pimentón y gurullos, no del sobaco sino de harina de trigo. Que la luz choca en las pitas tornasolando los perfiles de la pétrea alcazaba. Que la sal marina adoba el cuerpo serrano de los descendientes de moriscos y colonos venidos de los antiguos reinos. Me gusta hablar almeriense porque si no es así, no entiendo muy bien a mis semejantes. Los viejos siempre han sabido hablar con propiedad porque aman lo sencillo de la vida. Yo también, a veces. Así que, ánimo, leer y seréis bendecidos con una libreta de pan candeal y un chatico de vino. El Camaleón.



