Rafael Jiménez Torres. El Escritor y la Palabra.
No es sencillo hablar de literatura. "No se trata de leer sino de imaginar.." Creo que fue la primera frase que dije. El escritor realiza un acto público; desnuda su alma declarando un sentimiento y anima al lector a pronunciarse ante su verdad. Este artículo no es sino una reflexión acerca de la palabra escrita. Algunas de ellas están recogidas como restos de la memoria en estos veinte minutos de vídeo. Las demás, atrapadas en algún lugar donde nada muere sino que se transforma en recuerdo. Palabras habladas entonces y ahora escritas de una conferencia "improvisada" donde el mensaje es anecdótico y el contenido se traduce en el propio público que asistió. Estábamos en familia, alumnos todos, de antes y ahora, compañeros y un local conocido por todos. Salón de Actos del IES Turaniana. Semana del Libro. Feria del Libro. Inauguración de la nueva Biblioteca. Nada oficial, camaradería y buen rollo. Expectación y compromiso. No sabía de qué hablar. La solemnidad no es tarjeta de visita si quieres decir algo en un folio en blanco o mantener la atención de un auditorio. Nada de lo anterior es fácil. La vida de las palabras brota a través de matices, complicidad y miradas que avanzan a través de un pentagrama de emociones. Se mantienen en suspenso entre nosotros embargándonos con su aroma atrapado de escribanía e imprenta anciana. Volvamos a lo nuestro. No sabía de qué hablar, sin embargo, no paré de hablar. Leí el cuento "la hoja caída"; podéis leerlo en esta misma sección. Dije entonces que es un relato muy querido por mí. De difícil gestacion, habla de amor a los libros y su transmutación en objetos de carne y deseos escondidos en sus pliegos. Articulé al principio y después de su lectura una serie de cuestiones o anclajes para llegar a buen puerto. Llamé a ello "pie de conferencia" y sus apartados fueron: 1. Compromiso sincero del escritor con su verdad (texto) 2. Necesidad de exorcizar a los demonios del tiempo pasado. 3. Escribir es cura de cualquier herida. Nace de un dolor que traducimos en estética y sentimiento. 4. Necesidad de un lector. 5. Permanencia en el tiempo. Necesidad de perpetuar. 6. El libro como objeto de fetiche. Cada uno de los distintos apartados anteriores caminó entre anécdotas y citas del escritor y de la persona porque el que escribe habla de sí mismo. Todo escrito roba algo del escritor porque la experiencia de vida es parte de este cristal poliédrico que refleja mínimamente lo que quieres decir. Después, la obra, tu obra seduce o no al lector. Has regalado emoción no vanidad ni reconocimiento. Podrá gustar o no, no importa... El único interés posible se reduce a la propia recreación artística y en la reflexión que pueda alcanzar en un contexto próximo y real. Nada más. Me siento feliz de haber atrapado durante algo más de una hora a las atentas miradas de todos los amigos que allí estaban. Ellos y ellas, algún día, hoy quizá recojan el testigo y escriban otras historias dentro de la misma historia en mayúscula, la vida. Gracias de corazón a todos los que asistieron y a vosotros que leéis este artículo y los secciones que definen esta página. El Camaleón.